Como estuvimos viendo en las clases de sociología, antes del
pos-modernismo todo era más sólido y rígido y difícil de ser adaptable. Es en
este momento de la historia, en el siglo XVIII-XIX, que el sistema educativo
fue inventado; fue en un momento totalmente distinto al que se vive hoy en día,
las normas sociales eran otras y se pensaba de otra forma. Al ser más sólido era más fácil de predecir.
Si ibas al colegio, y después a la facultad y conseguías un título, ibas a
conseguir trabajo, formar una familia y ser feliz. Pero eso cambió. Es cierto
que un título abre muchas puertas, sin uno es muy improbable ser “alguien” en
términos económicos, pero ya no es una garantía.
Esta modernidad líquida, tan flexible, no pudo cambiar este
sistema tan rígido y anticuado. Un
sistema donde sólo se valora lo intelectual, un sistema organizado por edades,
en algunos casos dividido por género. Rígido, porque se usa uniforme y ciertos
objetos o cambios a esta igualdad son tomados como algo “incorrecto” ya
que no se puede usar piercings, teñirse
el pelo, ni mostrar a través de la estética a su ”persona”; porque en
definitiva la forma de vestir y presentarse es parte de la expresión de las
personalidades.
La educación como la conocemos puede ser parecida al
capitalismo. Mucha gente odia el sistema, pero no encuentra la forma de
modificarlo y lograr algo mejor. Porque tampoco tenemos certeza, como con todas
las invenciones de estos últimos años. No sabemos qué efectos van a causar en
el humano. No sabemos si tal o cual remedio nuevo nos van a enfermar o si
educarnos de otra manera nos va a hacer felices y ayudar a sobrevivir en este
mundo económico. Porque la realidad es esa, el colegio intenta proveernos de
las herramientas suficientes para poder salir adelante en la economía, para
poder cumplir con nuestras necesidades básicas.
El problema, es que la gente cambió y no es la misma gente a
la que se educa, pero sí el mismo sistema. En esta época tenemos estímulos por
todas partes y supuestamente tenemos que sentarnos en una clase por ocho horas
a escuchar a distintas personas hablar sobre diversos temas. Es lógico que nos
pongamos inquietos y queramos irnos y movernos. Más todavía, cuando no somos
todos iguales pero el programa es todo igual. La educación sólo de la
importancia a las materias relacionadas con el razonamiento, más intelectuales (matemática,
literatura, historia) y el arte, la educación física y materias que no nos “van
a servir “en el futuro para conseguir trabajo y servir al sistema capitalista,
es decir , materias que no nos van a ayudar a acumular cosas y capital, quedan
desplazadas.
Estas imágenes muestra la realidad de los colegios. Muchos tenemos
ideas propias ,de cada uno, su forma de ver las cosas, de analizarlas, pero
todo esto se pierde porque el objetivo es pasar las materias, para pasar de
año. Para lograrlo, hay que adaptarse a la forma en la que se enseña, que es
muy estructurada. Cuando un alumno propone algo diferente, o muy complejo para lo
básico que es el sistema, se lo aplaca.
Pero ¿qué pasaría si todo esto criticado cambiara? Si no estuviese dividido
por edades sino por capacidad de interpretar el tema, ¿tendríamos un grupo de
pertenencia desde chicos? Si estuviese mejor distribuido el horario con
respecto a las diferentes áreas que se ejercitan del cerebro y del cuerpo ¿sería
mejor el sistema? Yo supongo que todas estas interrogantes se las deben hacer
muchos educadores en varias ocasiones, pero como con todo, el cambio es
difícil.