El simple hecho de tener un reloj, ya sea digital o a
agujas, incluido e implementado en todos los hábitos de nuestras vidas, no existió
siempre. En el tiempo pre-moderno, no existían relojes mecánicos, si no que los
tiempos eran lentos y pacientes. No se pensaba la idea del progreso, si no que
conserva la idea de circularidad, en relación al conservar el pasado. Los
tiempos estaban ligados a lo teológico, y el único pensamiento de un “futuro”
era llegar a la ciudad de Dios, no la idea de progresar en la vida “real”. En
los pueblos primitivos el tiempo se encontraba vinculado con los ciclos de
trabajo. Posteriormente, se media el tiempo a través de relojes de arena, sol y
agua, nada preciso. Esto demuestra que en esa época, el concepto actual que
tenemos del reloj, y la importancia que le damos a la precisión del tiempo, no
eran considerados como esenciales.
Finalmente surge el reloj mecánico, asociado con la idea del
progreso y del futuro, y totalmente distanciado de la naturaleza. El tiempo se seculariza, es decir, deja de lado la
religión y pasa a lo profano. Al principio, el reloj se encontraba en las
iglesias o en los lugares públicos, y poseer uno implicaba tener un alto
status. Posteriormente, los relojes mecanizados se extienden por todas las
clases sociales, encontrándose en cada hogar y en cada muñeca. De esta manera surge
la importancia del reloj considerada en la sociedad actual. Todo esta
controlado a través del tiempo. Actualmente se piensa, como bien menciono
Marcelo Raffin en su texto “la hora señalada”, que “el tiempo se convierte en moneda: no pasa sino que se
gasta”. Esto quiere decir que los tiempos dejan de ser lentos, y surge una
concepción, de que no se puede perder el tiempo. El reloj trajo la idea de la
puntualidad y disciplina, y que todo se
controle exactamente por horas, minutos y segundos.
En conclusión, podemos ver como el tiempo pasó a ser lo que
organiza nuestras vidas. Actualmente todo pasa por horarios, ya que tenés que
estar en tal lugar a determinada hora, tenés que llegar antes de tal hora a
determinado lugar, tenés que comer a determinada hora, tenés que trabajar
determinadas horas, etc. Por ejemplo, al colegio tenés que entrar a las 8 de la mañana, si llegas mas tarde que eso, ya te ponen falta. Esto seria un castigo por no cumplir la disciplina del tiempo. El tiempo se convirtió en una especie de disciplina
que ya todo vemos como “natural”, aunque no lo es. Estamos acostumbrados a
utilizar el reloj, y a tener todas nuestras vidas dirigidas por el mismo, pero eso no implica que sea esencial y que no se pueda cambiar, si no que es un
hábito que tenemos normalizado, y lo vemos como “obligatorio” o como algo que
es imposible de cambiar. Si nos lo ponemos a pensar, el reloj y el tiempo
controlan todas nuestras vidas. No solo se encuentran en los hogares, en los lugares públicos y en las iglesias, si no que se encuentran en todos lados y de diferentes formas. El reloj ya esta incluido en todos los dispositivos digitales, como los celulares, las computadoras, etc. Por otro lado, la idea del tiempo genera una
falsa necesidad de estar ocupado todo el tiempo, ya que no aprovechar los
tiempos implica ser mal visto por la sociedad. Aquel que esta ocupado todo el
tiempo, es visto como alguien que esta progresando.